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sábado, 28 de dezembro de 2013

Report: Israel shells Lebanon after rockets fired


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Report: Israel shells Lebanon after rockets fired

Lebanon's state news agency says Israeli tanks have shelled a Lebanese border



Power cuts: distributor admits storm response was not good enough


World news and comment from the Guardian | theguardian.com

Power cuts: distributor admits storm response was not good enough

Basil Scarsella of UK Power Networks says company's response was hampered by the number of staff on holiday












North Sea rescue after fire on ferry


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North Sea rescue after fire on ferry

A number of people are flown to hospital after a fire, believed to have been started by a passenger, broke out on a North Sea ferry off Yorkshire.



Fears of Social Breakdown as Gambling Explodes in Italy


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Fears of Social Breakdown as Gambling Explodes in Italy

Critics blame the concentration of gambling machines for an increase in chronic gambling — and debt, bankruptcies, depression, domestic violence and broken homes — recorded by social service workers in Pavia, Italy.
    









Australia take 4-0 lead over England


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Australia take 4-0 lead over England

Australia charge to an eight-wicket victory over England in Melbourne to keep alive their hopes of an Ashes whitewash.



Thousands of South Sudanese seeking refuge on U.N. base remain too afraid to return home


World: World News, International News, Foreign Reporting - The Washington Post

Thousands of South Sudanese seeking refuge on U.N. base remain too afraid to return home

MALAKAL, South Sudan — The corpses of soldiers, dressed in camouflage fatigues, lay in the streets and ditches. Shop after shop had been plundered, leaving the poor and hungry to scavenge through the remains. Houses burned to the ground still smoldered, the scars of the four days of chaos that tore through this town.

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Portrait found to be Van Dyck work


BBC News - Home

Portrait found to be Van Dyck work

A painting bought for £400 is revealed to be a Van Dyck portrait worth around £400,000 after its owner showed it on the Antiques Roadshow.



Sir Alex Ferguson retires as manager of Manchester United


World news and comment from the Guardian | theguardian.com

Sir Alex Ferguson retires as manager of Manchester United

12 May: Sir Alex Ferguson, the most successful manager the Premiership has ever seen, steps down from Man Utd

It took us all by surprise when Sir Alex retired – at least, the way it happened, with no warning. But we all knew at some stage he had to walk away from the sport that brought him so much respect and joy and success. And there were personal reasons for his retirement – his wife had lost her sister and he said it had made him think that, at 70, he should have more time to spend with her and enjoy the latter stages of his life.

I was helping to cover United's final home game against Swansea for Sky Sports. I've been privileged to play at Old Trafford on numerous occasions, and scored on some great nights of football, but that day was special. The sending-off he got from the fans – the stadium had never seen anything like it. It was emotional, too. Sir Alex is used to motivating footballers in the dressing room, but when he gave his farewell speech he was lost for words on a few occasions, and you don't see that very often from him.

I'm so grateful I had an opportunity to play under him. As all the players said that day, he became not just a manager to us but someone we can always go to for advice. The secret to his success is that there are no grey areas. He doesn't stand for any crap and when you play for United you embrace that or you are of no value to him or the club.

Often in sport you can achieve a level of success and then relax. But even when you were on top of your game, he made you push further for greatness. And that's the standard he set himself as a manager as well.


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El general azafrán


Portada de Internacional | EL PAÍS

El general azafrán

Pocos lugares evocan más paz en el imaginario colectivo occidental que un monasterio budista. Pero el de Masoeyein, en la ciudad myanma de Mandalay, es diferente. Aquí ejerce el poder absoluto Ashin Wirathu, que se denominó a sí mismo el Bin Laden birmano antes de que la revista Time lo bautizase en portada como El rostro del terror budista. Y terror, sin duda, no falta en Masoeyein. Basta con recorrer unos metros desde la entrada de este imponente complejo religioso, en el que viven y estudian unos 2.500 monjes, para darse de bruces con dos gigantescos paneles repletos de crudas fotografías que reflejan la brutalidad del grave conflicto religioso que sacude al país.


En una pared se han colgado las imágenes de viviendas de musulmanes en llamas y grotescas instantáneas de los cadáveres mutilados de miembros de la minoría étnica rohingya, que Naciones Unidas considera la más perseguida del planeta y cuya existencia es la excusa que esgrimen extremistas religiosos y ultranacionalistas como Wirathu para justificar los episodios de violencia que se repiten intermitentemente desde que el 28 de mayo de 2012, según la versión oficial que han refutado diferentes organizaciones, tres hombres rohingya violaron y asesinaron a una joven budista en el Estado occidental de Rakhine.


Seis días después, y aunque los acusados ya habían sido detenidos —uno se suicidó poco después y los otros dos fueron condenados a pena de muerte—, budistas exaltados asaltaron un autobús, arrastraron a 10 líderes musulmanes que regresaban desde Yangón, la principal ciudad del país, y los apalearon hasta la muerte sin que nadie en la localidad de Taungup hiciese algo por impedirlo. Y nadie ha sido juzgado por esa matanza. Desde entonces, diferentes fuentes estiman que han muerto más de 300 personas, la mayoría musulmanes como los que aparecen destripados y decapitados en las fotografías que cuelgan en Masoeyein.


En una pared contigua se exhiben las imágenes de los cuerpos sin vida de monjes budistas, algunos de ellos novicios de corta edad, descuartizados a machetazos y con las cabezas reventadas en diferentes países. En una de las fotografías, una niña sostiene un cartel en el que se lee: “Detened el asesinato de monjes”. Junto a este escaparate del horror, un retrato de proporciones generosas muestra a un Wirathu de rostro angelical como el salvador del budismo, una religión que profesa el 89% de los 55 millones de habitantes de Birmania, rebautizada como Myanmar por la Junta Militar que en 2010 colgó los uniformes para vestir de civil y comenzar una de las transiciones democráticas más complejas de la historia.


Con su breve estatura y maneras suaves, es difícil imaginarse a Wirathu como el despiadado hombre al que muchos acusan de incitar a la violencia religiosa. Pero, a pesar de que ha rebajado el tono tras la oleada de críticas que ha recibido en todo el mundo —menos en Myanmar, donde incluso el presidente lo considera una persona venerable—, el discurso de este líder del movimiento 969 (que está teóricamente ilegalizado y toma su nombre de los nueve atributos de Buda, los seis de sus enseñanzas y los nueve de la orden budista) no deja lugar a dudas.


“Somos la respuesta a la invasión musulmana que sufre Myanmar, y nuestro objetivo es defender al país de ella”, asegura mientras se coloca bien la túnica naranja y sorbe un zumo de frutas. “Nosotros no tenemos fusiles, no estamos detrás de ningún acto violento, solo queremos evitar que los musulmanes controlen el país y dar a conocer la situación actual a nuestros compatriotas para que puedan actuar en consecuencia”. A su alrededor, el resto de monjes asiente. De hecho, ahí reside la razón de que hayan promovido el proyecto de ley que pretende prohibir los matrimonios entre personas de diferente credo y hayan llamado al boicoteo de negocios musulmanes.


Porque están convencidos de que los rohingya, y los musulmanes myanmas en general —que suman en torno al 6% de la población—, se han confabulado para hacerse con el poder en todo el país antes del año 2100, y que uno de los mecanismos para conseguirlo es la desestabilización social por medio del incremento de su peso demográfico. “Hay evidencias históricas de que son inmigrantes ilegales venidos de Bangladesh con los británicos, y tenemos pruebas de que no han dejado de llegar. Pero no son capaces de coexistir en paz. Pagan a las mujeres locales para que se casen con ellos y se conviertan al islam. Y luego tienen muchos más hijos que los rakhine locales. Eso resta recursos a la población nativa. Además, son una comunidad violenta y endogámica que busca la segregación del resto de religiones. Persiguen la creación de un Estado islámico en Rakhine —se estima que 700.000 de sus 3,8 millones de habitantes son de etnia rohingya— y luego esperan extender ese éxito al resto del país”, añade U Jotika, abad del cercano monasterio de Ooyin.


Wirathu, que en una entrevista comparó a los rohingya con la carpa africana, “porque se reproduce sin cesar hasta que acaba con las especies autóctonas”, apuntala esta teoría con la aseveración de que esa etnia suponía ya, antes del estallido de la violencia, el 98% de la población en las remotas poblaciones occidentales de MauTaw, YathaeTaung, y ButheeTaung, cuyo peso demográfico en el conjunto del Estado de Rakhine es insignificante. Pero eso ya es suficiente para que el monje muestre su oposición a que los rohingya sean considerados myanmas de pleno derecho, como exigen ellos, y aboga por el estricto cumplimiento de la ley de 1982 que regula la concesión de la nacionalidad.


En la práctica, la aplicación de esa norma, que ha quedado en un limbo legal y que fue introducida para convertir a los rohingya en apátridas, supondría la expulsión de los 1,2 millones de habitantes de esta etnia no reconocida legalmente entre las 135 que componen el complejo atlas humano de Myanmar. “Si hubiese otros países musulmanes que quisieran aceptarlos, se los enviaríamos con mucho gusto”, dispara Wirathu con una sonrisa. En su defecto, aboga por mantener la actual política de apartheid que ha supuesto el hacinamiento de más de 140.000 personas en el gueto de Aungmingalar, situado en la ciudad de Sittwe, y en los campos de desplazados internos en el Estado de Rakhine.


Allí, 300 kilómetros al oeste del monasterio de Wirathu, la presencia militar apabulla. Nadie entra o sale sin un permiso que se concede de forma arbitraria por las autoridades, y los rohingya están privados de algunos de los derechos más básicos, como el de libre movimiento. Los habitantes de la docena de campos, en los que las condiciones rozan lo inhumano, y los del barrio de Aungmingalar, ubicado en el centro de Sittwe, tienen prohibido salir de estos guetos a los que les ha enviado el Gobierno y carecen de sustento alguno. Sin un carné de identidad no tienen alternativa.


Sobreviven gracias a las raciones que reparte el Programa Mundial de Alimentos y al trabajo de ONG internacionales que también están en el punto de mira de los extremistas y han sufrido su ataque en numerosas ocasiones. “Muchos hemos vendido nuestras joyas para sobornar a la policía y que dejen a algunos de nuestros familiares viajar a Yangón”, cuenta Amin, un joven de 18 años residente en Aungmingalar, en una carta porque tiene miedo de hablar.


La interpretación que los rohingya hacen de la historia y de su origen es muy diferente de la de Wirathu. Y ahí reside el quid del conflicto. En los campos de desplazados nadie se considera procedente de la actual Bangladesh, Bengal Oriental en tiempos del Imperio Británico. “Nosotros mismos y nuestros antepasados desde hace siglos hemos vivido aquí. Por eso somos tan ciudadanos de Myanmar como los rakhine”, comenta Aung Win, uno de los líderes rohingya confinados en los campos. “Ahora, con la excusa de elaborar un censo, el Gobierno quiere hacernos firmar un documento en el que se nos califica de bengalíes. Y a cambio, dicen, permitirán nuestra reubicación en los lugares en los que vivíamos antes de que estallase la violencia. Pero nos negamos a ello, porque podría suponer el principio de una repatriación forzosa”.


Kyaw Min, presidente del Partido para la Democracia y los Derechos Humanos, uno de los pocos representantes rohingya, actualmente en la oposición, va más allá en su denuncia: “Lo que está sucediendo es una limpieza étnica en toda regla, con la connivencia del Gobierno y el silencio de la comunidad internacional. Hay numerosos documentos que atestiguan la existencia de los rohingya desde el siglo VIII. Desde entonces se han vivido enfrentamientos, pero la mayor parte del tiempo hemos vivido en paz. Si ahora la situación ha estallado, y no parece que vaya a mejorar, es por motivos electoralistas. Se acercan las elecciones de 2015, en las que el Ejecutivo de Thein Sein, que también niega la existencia de los rohingya, puede sufrir un gran batacazo y quiere jugar la baza del nacionalismo religioso extremista para ganar votos”.


Mientras tanto, los rohingya se ven obligados a escapar del país en viejas barcazas que esperan en el improvisado puerto de los campos de desplazados. Su objetivo es alcanzar Malasia y Australia, pero en demasiadas ocasiones las embarcaciones ceden antes y el mar se los traga. Como el pasado día 3 de noviembre, cuando el hundimiento de un barco con destino a Bangladesh se saldó con 70 muertos. “Y quienes tienen más suerte suelen caer en manos de mafias que comercian con seres humanos, ya sea para trabajo esclavo o para la prostitución”, explica Aung Win mientras apunta al último barco que tuvo que dar media vuelta en alta mar cuando se pararon sus motores. “Y el problema es que ya ni siquiera es un conflicto exclusivo de las etnias rohingya y rakhine, sino una guerra entre musulmanes y budistas”.


No en vano, los choques con los rohingya han derivado en masas enfervorecidas que han dejado reducidos a cenizas cientos de edificios en localidades como Meiktila, donde no reside ningún miembro de esa etnia, pero sí viven musulmanes. Wirathu reconoce que es el auge del islam lo que “supone una amenaza directa para la forma de vida y el bienestar de la población local”, y asegura que no tiene ningún conflicto con el resto de religiones. “El problema son solo los musulmanes”, recalca. “Y sobre todo, los inmigrantes bengalíes”.


Este discurso se repite hasta la saciedad por todo el país, razón por la que pocos habitantes de Myanmar muestran empatía con los rohingya. Ni siquiera se pronuncia a favor de sus derechos Aung San Suu Kyi, hija del fundador del Myanmar libre, Aung San, y símbolo de la democracia desde 1988. Eso sí, Nyan Win, uno de los líderes de su partido, la Liga Nacional para la Democracia, cree que debería modificarse la ley de 1982 para concederles la nacionalidad y “desactivar así el conflicto y a los elementos extremistas que lo alientan”.


Pero nada hace pensar que eso vaya a suceder. “Es imposible que las dos comunidades convivan en paz si una de ellas no acata las normas de la mayoría. No es posible que los bengalíes tengan tantos hijos, se casen con varias mujeres y traten de imponer el islam”, reprocha U Shwe Mg, miembro del Comité Central del Partido para el Desarrollo de la Nación Rakhine, considerado uno de los atizadores del odio contra los rohingya.


En los campos de desplazados se hace evidente que algunas de estas críticas son fundadas. La mayoría de los entrevistados tienen entre dos y seis hijos —muchos sin registrar— y multitud de mujeres budistas han sido obligadas a convertirse a la religión de su marido tras contraer matrimonio, “tal y como ordena la sharía”. Aunque no faltan los hombres que aseguran no tener más de una mujer porque no pueden mantenerlas. “Los rakhine no deberían inmiscuirse en asuntos que afectan a nuestra vida privada”, espeta Aung Win. “Tenemos derecho a regirnos por la tradición islámica”.


La reconciliación se antoja difícil. “No confiamos en los musulmanes, que prendieron fuego a sus propias casas para aparecer como víctimas de un genocidio a los ojos de la comunidad internacional. Deberíamos separar ambas comunidades y aplicar la ley a los inmigrantes”, sentencia Shwe Mg. “Eso es precisamente lo que está sucediendo. De hecho, lo que están haciendo con los rohingya es como lo que los nazis hicieron con los judíos”, replica Abu Tahay, líder político de esa etnia afincado en Yangón. “Y la gente no entiende que en Myanmar no habrá democracia si no se resuelve este conflicto”.




Shots Fired Before 4 Were Held in Libya


NYT > World

Shots Fired Before 4 Were Held in Libya

The holding of four American military personnel on Friday was preceded by a confrontation at a checkpoint, a witness and an Obama administration official said.
    









Lebanese opposition calls for investigation into Chatah murder


World news and comment from the Guardian | theguardian.com

Lebanese opposition calls for investigation into Chatah murder

Demand over killing of ex-minister comes before long-awaited trial at The Hague over murder of Rafik Hariri

Leaders of Lebanon's main opposition bloc are pushing for Friday's assassination of one of its senior figures, Mohamad Chatah, to be investigated by the international tribunal that will soon open hearings into the death of Rafik Hariri eight years ago.

Chatah, a former finance minister and senior diplomat, will be buried in central Beirut alongside Hariri, a former Lebanese prime minister, whose killing in 2005 sparked deep instability in Lebanon, exacerbated ever since by insurrection in Syria, war with Israel and vested regional interests.

The death of the popular aide comes two weeks before the much-anticipated trial of five Hezbollah members accused of killing Hariri, due to begin in The Hague on 14 January. Members of the opposition bloc, known as March 14, have long hailed the trial as a watershed moment in Lebanon's turbulent history. Political killings are hardly ever solved, or cases subjected to the forensic scrutiny of a public trial.

"We can't wait for this," said Mohammad Othman, who had come to mourn Chatah at the Mohammad al-Amin mosque at dusk. "It is time that light was cast on all the darkness."

Hassan Nasrallah, the Hezbollah leader, has used numerous platforms over the past two years to label the trial as a US-Israeli plot to discredit his organisation. His allegations centre on an Israeli spy ring rounded up in 2010, which, he claims, helped fabricate phone records that prosecutors allege place five Hezbollah members at the centre of the conspiracy to kill Hariri.

The investigator who uncovered the alleged telephone links, Wissam Eid, was assassinated in 2007 by the same kind of car bomb that killed Chatah. Eid's boss, Wissam al-Hassan, the head of the Information Security Branch Intelligence Division was also killed in the same manner in October 2012.

Chatah had been a staunch critic of Hezbollah's influence in Lebanon and of Syrian leader Bashar al-Assad, whom the militant group has helped regain ground previously lost in the civil war. Minutes before he was assassinated, he sent a tweet from his car suggesting Hezbollah wanted the same security dominance that Syria had until Hariri's death.

The scene of Friday's bombing had been cleaned up by late on Saturday, but remained sealed off. Several hundred metres away, the Hariri home in the gentrified Wadi Abu Jamil district, where Chatah had been heading, was dark and empty. Hotels in Beirut are reporting a spate of cancellations and shopping centres were abandoned.

Saad Hariri, the former prime minister for whom Chatah had worked in recent years, repeated his claim that the killers of his father and the aide "are one and the same". March 14 figures said they planned to formally request that the tribunal, which is jointly funded by the UN and the Lebanese government, investigates the killing.

Speaking from Saudi Arabia, where he has remained since being ousted as prime minister three years ago, Saad Hariri told the Future TV channel that Chatah's death had rattled the feeble state. "It's hard to create hope," he said. "And I heard from the son of the martyr that he does not see a solution in Lebanon, but a solution can be found in the darkest circumstances. Hopefully, Lebanon will recover."

Both political sides in Lebanon remain implacably opposed on most issues and have been unable to form a government since the prime minister, Najib Mikati, quit in March. However, their one point of common ground has been to try to prevent the spread of the Syrian civil war on to home soil. March 14 and Saudi funds have armed the largely Sunni Muslim opposition in Syria, while Iran and Hezbollah continue to send men and weapons to support the regime.

"This could unravel," said a senior March 14 figure. "Such is the distrust. We have had an agreement. It serves everyone's interest to do our feuding across the border. But not to bring it here. They went too far [on Friday]."

Opposition leaders are calling for a demonstration to mark Chatah's death in the area of Beirut where rallies were held to protest about Rafik Hariri's death. The sheer numbers at the rallies in March 2005 sparked the Syrian military's withdrawal from Lebanon and was called the "Cedar Revolution".


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